Shia

Foto: https://movietime.guru

Si pienso en un libro que todo adolescente debería leer sería 'The catcher in the rye'. Si pienso en una película que todo adolescente debería ver sería 'The Breakfast Club'. Si pienso en una serie de televisión que todo adolescente debería devorar sería 'Freaks and Geeks'. Por supuesto, todas esas obras están muy presentes en este espacio, directa (aquíaquí y aquí, por ejemplo) o indirectamente (a Winona Ryder la he nombrado en alguna que otra ocasión y en varias revistas leí hace tiempo que su libro favorito es... sí, lo habéis adivinado), ya que esta experiencia estadounidense, aunque esté vinculada directamente con el arduo y complicado proceso de madurez de una persona, de mí mismo, también tiene una parte importante de nuestra obsesión por perseguir utopías adolescentes. O algo por el estilo.

La actriz Molly Ringwald, que esta semana ha escrito un artículo de opinión en el prestigioso New Yorker que todos deberíamos leer en relación al execrable caso de acosos sexuales a decenas de mujeres por parte del poderoso productor cinematográfico Harvey Weinstein, forma parte por méritos propios de ese paisaje de mi adolescencia e iba a ser la protagonista de esta entrada con esta foto (sí, es un fotograma de esa película que todo adolescente... sí, lo habéis adivinado), pero al final me he decantado por la imagen de un ¿irreconocible?, jovencito y lesionado Shia LaBeouf porque sale en un divertidísimo capítulo de 'Freaks and Geeks' que tiene mucha más relación con lo que quiero escribir. ¿Y qué papel hacía en ese capítulo la estrella hollywoodiense de Transformers o Indiana Jones? Ni más ni menos que de mascota, con la baja por lesión y peligro de quedarse en coma si se duerme, del equipo de baloncesto del instituto, un vikingo rubio con trenzas y cabezón del McKinley High School de Chippewa, Michigan, el ficticio suburbio de Detroit en el que se desarrolla la serie en el curso escolar 1980-1981.

Sí, qué novedad, el periodista deportivo, es decir, yo mismo, va a hablar en este blog de deportes.  

Alguna vez ya os he dicho por aquí que la televisión en Estados Unidos es básicamente una mierda multiplicada por mil, pero evidentemente esa sentencia no sirve para los que amamos el deporte porque para los que amamos el deporte la televisión en Estados Unidos es lo mejor que hay en este planeta de norte a sur y de este a oeste. Sirva un ejemplo para resumirlo: cualquier domingo, fácilmente y sin contar los distintos canales deportivos de pago que no entran en un servicio básico de televisión, puedes ver entre los cuatro grandes canales (ABC, NBC, CBS y FOX), si quieres y te apetece, cinco partidos de la NFL, la competición deportiva estadounidense más importante, alguna carrera de coches, algún partido de la Premier League, algún encuentro de béisbol y también algún torneo de golf. Como mínimo, que la verdad es que he tirado por lo bajo. La comparación con España es tan insultante que ni siquiera la voy a hacer.

En cualquier caso, lo bueno es poder ver el deporte en directo y más si vives en una ciudad como Chicago, que tiene representantes profesionales en todas las ligas importantes de Estados Unidos (NFL, MLB, NBA, NHL, MLS, WNBA y NWSL). Disfrutar ensimismado de un partido en Wrigley (el segundo estadio de béisbol más antiguo de EEUU) y que Wonder Woman se ría con el baile del jonrón mientras los estadounidenses comen perritos y beben cerveza pasando la tarde con su entretenimiento nacional o pasear por el Soldier Field o el United Center es tremendamente emocionante para un amante del deporte, pero hay una anécdota que todavía supera eso y que supongo que os tengo que contar. Aunque quizá fuera mejor que no la contara por mi ¿reputación? Da igual, no pasa nada, adelante, más bajo ya no puedo caer.

Básicamente se trata de que un viernes aproveché que Wonder Woman todavía no había regresado del trabajo para recordar mi friki pasado de tío extraño al que le gusta el deporte y que se acerca a los colegios y pabellones para ver partidos de deporte base. Así que me acerqué al instituto de al lado de nuestra casa a ver un encuentro de football y lo que comprobé en la realidad supera ampliamente a la ficción. ¿Un QB blanco chulito y un WR afroamericano al que ninguno puede parar? . ¿Todos los alumnos del instituto y sus padres llenando las gradas de un lado del campo mientras que los padres del equipo rival se sientan en la grada del lado contrario? Por supuesto. ¿Fumetas escondidos en los rincones más oscuros del campo? Obvio. ¿Cheerleaders que no dejan de animar en ningún momento en el campo y en los pasillos de las gradas? Claro. ¿El grupo de baile del instituto que ameniza el tiempo de descanso con coreografías varias? Bingo. ¿Comida rápida y bebidas azucaradas a toneladas? Faltaría más, esto es Estados Unidos. ¿Una banda de música de más de sesenta miembros con su director que desfila por el césped y luego se sienta en la grada a tocar canciones para animar a su equipo? Premio. ¿Una mascota con un disfraz ¿cutre? que aplaude y baila al lado de las animadoras? ¡Ya tenemos ganador!

Y lo mejor de todo es que, cuando Wonder Woman me llamó para decirme que ya había llegado a nuestro barrio y yo salí en su búsqueda, justo detrás de las gradas, rodeada de unos amigos, estaba presente la mascota del instituto local, con su traje pero sin su gran cabeza de mentira, y pude ver a la adolescente, una morena de rasgos hispanos, que había detrás de la careta.

Al ver esa imagen, me sentí tan pleno en ese momento que estuve a punto de repetir la última escena de 'The Breakfast Club'. Porque no todos los días uno tiene la oportunidad de desenmascarar al pequeño hombrecito que maneja los hilos dentro del Mago de Oz.


PS: "These jocks think they're such badasses. Like they cured cancer or something". Por eso yo siempre fui un 'Freaks and Geeks'.

Comentarios