Mallrats

Foto: http://www.denofgeek.com/us

Hay algo que debéis saber si tenéis pensado venir a vivir a Estados Unidos: todo es mucho más grande aquí. Todo. Más grande. Mucho. Muchísimo. Una enormidad de grande. Curiosamente es algo que yo aprendí hace mucho tiempo y muy lejos de aquí, así que creo que será mejor que lo explique. Básicamente, estoy hablando de mi adolescencia en una pequeña ciudad de España y de Gemma, una compañera de clase que podría ser (supongo) algo así como el primer eslabón de la cadena que ahora se ha convertido en este blog. Si no recuerdo mal, ella pasó un par de veranos aprendiendo inglés alojada en la casa de alguna familia en algún pueblo de Indiana o de Kansas o de Michigan o de Virginia o de Montana o qué sé yo y, como teníamos buena relación, nuestros pupitres estaban juntos y mi interés sociológico y mi curiosidad son conocidos desde hace tiempo, compartimos conversaciones estadounidenses mientras intercambiábamos fotografías: yo le daba las fotos de Tom Cruise, su actor favorito, que venían en mis revistas Fotogramas y Cinemanía, y ella me recompensaba con fotos de Winona Ryder o Natalie Portman sacadas de algunas revistas de moda o para chicas adolescentes. Un trato equitativamente justo (en realidad, creo que yo salía ganando) que nos sirvió además para que ella (me imagino o quiero creer) se sintiera feliz contándole su experiencia americana a alguien y para que yo aprendiera un poco sobre Estados Unidos de manera más realista y no tan de ficción (aunque, como ya os he dicho, todo lo que pasa en la ficción es igual en la realidad). Esencialmente cuatro cosas:

- Que todo es más grande en EEUU. Todo. Más grande. Mucho. Muchísimo. Una enormidad de grande.

- Que la cheerleader jefe tiene que salir obligatoriamente con el capitán del equipo de fútbol americano o de baloncesto (de hecho, la parte de Gemma acompañando a su 'hermana' estadounidense al instituto era sin duda alguna mi preferida en las conversaciones).

- Que, aunque no creas en Dios, el domingo tienes que ir a la iglesia sí o sí porque está mal visto en este país no ser creyente (en un mes aquí ya hay varias personas que nos han preguntado cuál es nuestra iglesia y, cuando Wonder Woman y yo salimos a pasear por nuestro barrio, yo voy mirando todas las iglesias o templos que hay para no cerrar ninguna posibilidad o para tener conversación, nunca se sabe).

- Que la televisión aquí es inabarcable (al igual que Pepe Colubi en 'California 83' flipaba con la MTV, Gemma flipaba mucho porque había un canal en aquella época que echaba exclusivamente películas de Tom Cruise; yo, por mi parte, me reservo mi opinión porque supongo que algún día escribiré sobre la televisión americana).    

Anecdótica o no, la aportación de Gemma a mi vida, hablándome sobre su experiencia estadounidense, es importante porque, ya va siendo hora de que dejemos de mentir a los niños, la adolescencia es una puta mierda de época en nuestras vidas y cada uno sobrevive a ella de la mejor forma que puede. Yo fui a un colegio de curas en una pequeña ciudad y, aunque quizá podría haber iniciado amistad con los hijos de la gente que gobernaba esa ciudad en todos los sentidos posibles, preferí hacerme amigo del niño bajito que llevaba un parche en el ojo y del niño que pesaba más de cien kilos, vestía camisetas de películas de Álex de la Iglesia y tenía amigos imaginarios con los que jugaba en la mercería de su padre. Visto ahora en la perspectiva que da el tiempo, éramos tres 'freaks and geeks' que sobrevivimos a nuestra adolescencia de la mejor forma que pudimos (posiblemente, incluso, mejor de lo que creemos). En mi caso, gracias a las películas de Kevin Smith. Porque, si las fotos de de Vivian Maier fueron las que llevaron a Wonder Woman a vivir en Chicago, a mí a Estados Unidos me ha traído muchas cosas, pero sobre todo las películas de John Hughes y las películas de Kevin Smith. No tengo ninguna duda al respecto.

Hoy hablo de Kevin Smith y de que todo es más grande en Estados Unidos porque es hora de dedicar unas líneas a los centros comerciales, auténticos elementos vertebradores de la sociedad norteamericana, y las comparaciones son obvias. Por un lado, 'Mallrats', la segunda película (y mi preferida) de Kevin Smith, se desarrolla en un centro comercial. Por otro, sí, los centros comerciales aquí son más grandes que en España. Mucho. Muchísimo. Una enormidad de grandes. Y en ellos "yo he visto cosas que vosotros no creeríais":

- Os explico: al norte de Chicago se encuentran los suburbios. Al contrario que en España, aquí esa palabra está llena de connotaciones positivas, no negativas. Simplificando: en los suburbios vive la gente de clase media-alta en viviendas pareadas o chalets o mansiones y, básicamente, lo único que ves en esos suburbios (sobre todo si vas más hacia el oeste, ya que los suburbios pegados al lago Michigan son un poco, bastante poco, diferentes) es casas y casas y casas y casas separadas a lo largo de varias millas por gasolineras y por grandísimos centros comerciales. Es decir, insisto, el centro comercial como elemento vertebrador de Estados Unidos y su sistema de mercado.

- No es un centro comercial en sí (aunque la mayoría de ellos vienen con parking incorporado y algún gimnasio o algo similar), pero el Mariano's, el supermercado que recibe el nombre por el chicagüense Bob Mariano, merece unas líneas sin ningún tipo de dudas. Y no por las flores o por las fotos con las que recibe a los consumidores, sino porque puedes hacer la compra mientras escuchas a un pianista en directo o te bebes una cerveza. Sí, en serio, hasta en el carrito tienes un posavasos incorporado, así que es fácil que vayas muriéndote de frío por el pasillo de la leche y de repente te encuentres de frente a una mujer con un carrito, un niño de tres o cuatro años y su pinta de cerveza o su vaso de vino (ella, no el niño). Insuperable.

- Insuperable... o no, porque lo mejor que hemos visto Wonder Woman y yo en un centro comercial o similar nos ocurrió en el CVS, las tiendas de ultramarinos que, al igual que Walgreens, abren hasta la medianoche o así. Es sencillo de explicar y muy difícil de creer pero es verdad: puedes ir al médico allí. Y no estoy diciendo que hay un hospital al lado del CVS o algo similar, no, lo que estoy diciendo es que después de comprar unas patatas en la fila seis y un champú en la fila nueve puedes acercarte hasta la fila catorce y pasar, tras registrarte en una máquina electrónica, a la consulta del médico para que te haga un chequeo, te ponga una vacuna o te trate tu esguince de rodilla. Sí, amigos, es el paraíso de cualquier 'rata de centro comercial'.


PS: "The dance is tomorrow. She's a cheerleader. You've seen Star Wars 27 times. You do the math". 'Freaks and geeks' como forma de vida.

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