Moore

Foto: http://www.movietiamo.com

Para mí, 'Dirty Dancing' no es para nada una película de amor, sino que es una película feminista. Muy feminista. Al respecto, sé que a nadie (ni siquiera a mí) le importa un pimiento (y con razón) mi "opinión de mierda", pero me he acordado de esa mítica película ochetentera al pensar en una fotografía que protagonizó una polémica (y, para mí, feminista, muy feminista) portada de revista que tiene ya más de 25 años de historia. En ella, la omnipresente Annie Leibovitz fotografió a una famosa actriz desnuda en avanzado estado de gestación. "More Demi Moore" era el esperado juego de palabras que acompañaba como titular a la fotografía (en cualquier caso, mi juego de palabras periodístico favorito con el apellido de la actriz estadounidense es el "Give me Moore" que vi en otra revista, realmente insuperable ya que también hace referencia al mote de la actriz entre los ejecutivos de Hollywood, 'Gimme More'), que tiene suma importancia no únicamente por lo que representa (una mujer embarazada que no oculta su cuerpo, es decir, un signo feminista) sino también por la persona que se encarga de representarlo: ahora está casi en el olvido, pero entre finales de los ochenta y principios de los noventa, Demi Moore era el tótem femenino absoluto del cine hollywoodiense (lo siento, Julia). Además de ser con mucha diferencia la actriz mejor pagada. Aunque seguro que mucha gente piensa que sus interpretaciones quizá no siempre lo merecían (lo siento, Demi, son ellos, no yo).

Por ejemplo, esta entrada la he abierto con un fotograma de 'A few good men', que es (creo) una de las películas buenas de Demi Moore en aquella época, aunque tampoco sé muy bien si realmente la culpa es suya o más bien es de Aaron Sorkin, que escribió el guión. La talentosa y riquiña periodista Lucía Taboada me comparó una vez con él por mi forma de escribir y casi me dio un infarto al escucharlo porque para mí los guiones de Sorkin, la forma de hablar que tienen sus personajes, son ese referente que siempre he querido alcanzar pero que nunca lo alcanzaré (en el periodismo, el símil sería con Enric González o Pedro Simón, obvio). Explicaré este pensamiento inalcanzable de forma muy sencilla, sin el barroquismo habitual de este subjetivo espacio, para que todo el mundo lo entienda: llevo escritas veinticinco líneas en las que en realidad no he hablado de absolutamente nada cuando habría sido muy fácil explicar de lo que quiero hablar. Para ser exactos, así de fácil: quiero escribir de un Moore, pero no de Demi, sino de Michael, porque, superado el Labor Day (en este país, en el Día del Trabajador, que es lo que significa Labor Day, te ponen muchas rebajas para que vayas a comprar a las tiendas en vez de irte de manifestaciones), esta semana empieza una nueva temporada televisiva en Estados Unidos y Ellen, Jimmy y compañía ya están de nuevo con nosotros.  

Digo que quiero hablar de Michael Moore porque, mucho antes de que se convirtiera en la única persona del mundo (junto conmigo) que avisó de que Donald Trump sería el nuevo presidente de Estados Unidos, él fue un incómodo documentalista que saltó a la fama internacional tras ganar un Oscar con la película 'Bowling for Columbine'. Aquello fue a principios del siglo XXI, una época de mi vida personal que supuso el inicio de mis estudios universitarios y, sobre todo, dos obsesiones. Por un lado, los documentales que trataban del país americano, una obsesión que el propio Moore aumentó, que tuvo su continuidad con títulos como 'Super Size Me' o 'Where In The World Is Osama Bin Laden?', y que se alargó como mínimo una década entera hasta 'Inside Job'.  Por otro lado, mi obsesión con leer todos aquellos libros relacionados con la sociología, economía o política estadounidense, una ardua tarea en la que los libros del propio Moore también estuvieron presentes, por supuesto. Porque, de hecho, él fue el que me explicó cómo era la televisión americana:

- La televisión de Estados Unidos es, por ejemplo, la de los impecables programas políticos de CNN, los entretenidos shows de NBC, CBS y ABC, las excelentes series de HBO y de FOX o los inigualables eventos deportivos de ESPN; pero también es esencialmente una infinita telaraña de canales en los que únicamente tienen cabida sucesos y programas de mierda (aunque hay que admitir que ninguna mierda es tan buena como la mierda de la televisión estadounidense) que ves y con los que irremediablemente te entran ganas de encerrarte en un refugio antinuclear porque el mundo se dirige a la extinción y si te levantas de la cama por la mañana morirás seguro asesinado por alguna persona que ha envenado una manzana de Halloween en el frutero de tu casa.

Y eso es algo que Michael Moore ya lo sabía desde hace muchos años.


PS: "People choose the facts they want now". Palabra de Sorkin, precursor de la post-verdad.

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